escrituras a la velocidad de la luz o sesenta gramos
aquí ahora después del negro de fondo después de los vientos de agosto hay las nuevas formas de temblor la música de las tormentas
hoy muere agosto suena después del viento una ráfaga de calma
unos poemas viejos se hicieron libro aquí y ahora apenas antes de morir
entonces otra cosa escrituras con luz una mirada otra infunde luz sobre el lugar de la escritura los objetos los hábitos los tics de la escritura luz sobre tinta ojos otros sobre las frases propias
escribir a la velocidad de la luz luz de agosto en las janelas vientos todos los vientos por fin el mar el mar del otro lado de octubre del otro lado del atlántico pasado
aquí ahora uno puede desplomarse derrumbarse sentirse extranjero
debajo del balcón caminan latas de cerveza llevando pulsos de la mano sentada en el balcón una mano escribe a la velocidad de la luz que es de luna y de neón
por la vereda pasan los dioses del mar en forma de mujer todos los dioses de aquí tienen tinta en las caderas
escribir a la velocidad de la noche en esta ciudad se puede escribir a la velocidad de la luz
esperá lo inesperado ordena un graffitti contradictorio la luna va a llenarse y yo no sé su nombre
escribir a la velocidad de la luz las yemas no se sienten no se sienten se puede escribir así es como tirar piedras en un lago de arena amortiguar el ácido con ácido como ir al mar y no meter los ojos no abrir los ojos en la sal del agua no mirar atrás estela de sal huella de nada
escribir a la velocidad de la luz aquí ahora
la bruma se despeja y mientras muere agosto las dudas van comiéndose menos tripa menos viento
escribir a la velocidad de la mano a la velocidad del mar la luna de apenas humo a las seis del sol que cae detrás del morro
escribir a la velocidad del sol al son del mar
un libro breve lleva años muriéndose cinco años cinco años y cuatro meses cinco años y cuatro meses y una semana
corregir a la velocidad de la luz corregir en una noche y sacar el libro y sus tormentas
en la noche del mar después de la espuma no hay mar ni cielo hay un fondo negro allí penden barcos y faros encendidos la marea sube sube por la arena el blanco de lo negro de lo más negro nace un viento franco sólo a medianoche comienza el día
la espuma bulle brama sopla frío y hebras de agua blanco sobre negro araña el mar araña los pies el blanco de la espuma el blanco del papel el blanco de la ciudad iluminada
dejar chorinhos en el mar sin que nadie lo note ni uno mismo no es mar la sal que liban las lenguas no es mar la lágrima en el mar sal marina hecha de lágrimas de amor en guerra lágrima de ahogado de náufrago de suicida
la luna se llena en el morro y pasa todo lo que uno deja pasar cuando está aquí cuando está ahora
escribir a la velocidad de la luna la luna llena que fue una y luego otra yo no sé cuál es su nombre yo no sé quién es el mar
no todo invierno es de guardar no toda fiesta es en verano la pleamar de la luna marca el paso de la música el miedo va saliéndose del medio el miedo para acá el viaje para allá
mañana nunca existe y el pasado pesa menos en el mar
a la velocidad de la luz pasan las páginas de una libreta barata (un block marca esquelita modelo triunfante)
en este balcón sobre el verano del invierno una mano escribe a la velocidad de la luz
sobre el cielo de una terraza entre gomeros y palmeras la luna cae llena sobre la libreta (nueve por trece con espirales ochenta hojas lisas)
ella ha salido desde las curvas de un morro cuando salió tenía nombre
escribir a la velocidad de la luna mañana revienta la luna mañana no existe
ahora ha navegado unos grados hacia el este una hora después ilumina un plato de sardinas con arroz y atraviesa el centro de mi viaje
se levanta un viento libre y feroz lo sopla la luna llena lo sopla ella aquí y ahora sé cuál es el nombre de la luna es sólo un momento pasa todo momento pasa
ahora arde fuego en la montaña un corazón de llamas en la ladera este se huele en el aire el humo verde el mar se traga el humo yo también la palabra mar vive en estas flores
la velocidad de la luz es mayor que la del fuego y sin embargo el fuego quema arde el corazón en la montaña a la noche en el mar arde la piel
son las nueve en el mar duerme la noche el incendio se dispersa va por más el corazón se parte en dos y ahora es una costa una ciudad incinerada mi barco saqueado por piratas
ahora la luna tiene nombre ahora no tal vez sea el ritmo de las olas tal vez las ráfagas intermitentes
es la luna soplando esta luz la intensidad para escribir para distinguir las frases hechas de las frases por hacer
hay un umbral del estómago un más allá fisiológico después de cruzarlo después de dejarse atravesar por su espina alcohólica empieza a soplar un viento fresco y aromático
no son mis lenguas las que se hablan en el mar ellas deslizan su música en los oídos de mis yemas se mixturan con la memoria de mis frases con mi única música posible arreglos nuevos murmullos de sal en la fritura de mis frases
escribir a la velocidad de una lengua que se canta la velocidad de una lengua caliente una cantinela marina que inunda y se escurre espuma entre moluscos cáscara de mar
la música del mar es volátil se va con la canción
va depositándose una resaca en la libreta (tapa cartulina dúplex doscientos cincuenta gramos interior obra sesenta gramos) una resaca hecha de trópicos y viento unas manchas de humedad un aire caluroso que dobla las puntas de las hojas
escribir a la velocidad de la luna escrituras con luz de eso se trata esto
la libreta va llenándose de tardes de sal del ruido de fondo de los bares estas hojitas humedecidas pesan menos de un gramo digamos sesenta gramos de palabras
en el mar siempre viene otra canción ése y no otro es el fin de las mareas y los vientos y la luna