miércoles, 2 de julio de 2008

baldíos

para mis amigos de diente de león

vengan al baldío vamos
al baldío

arcos marcados
con remeras
piedra de vidrios
astillados

baldío vacío
meando en los rincones
colillas en los dientes
en los yuyos sexo
de baldío

vengan al baldío vamos
al baldío

quinientos quintales de propiedad
horizontal
departamentos de soja y dedeté
baldío inmobiliario
doce por cuarenta de cielo
mío mío mío y de la soja
propiedad vertical del aire de la soja

vengan al baldío vamos
al baldío

la soja
la soja trepa la soja
en ascensores
queda la ciudad
vacía
de baldíos
y en el monte polvo
de ladrillos

en córdoba se puede
en córdoba se puede comprar
en córdoba se puede comprar el cielo

vengan al baldío vamos
al baldío

quiere ser alta
córdoba
ciudad vacía de baldíos
ciudad baldía de vacíos

también los edificios tapan yuyos
pero no se ven
hay un diente de león
perdido
un diente vagabundo sin motivo
de morder
vacío de baldíos

vengan los dioses al baldío
cojan con la luna
de vidrios astillados
estará llorando en los rincones
de la noche del vacío
lágrimas vacías
lágrimas de yuyo
lágrimas
vacías



vengan al baldío vamos
al baldío

martes, 11 de marzo de 2008

cuarenta


estamos
acá y ahora

ahora otra vez no hay
padre
hay dedos que corrigen
brazos que piensan ahora
perdidos por perdidos

ahora hay menos viento
acá
por eso sabemos de velas

acá y ahora
estamos
llenos de sangre demorada
llenos de sangre
en las penas y
en el medio de las piernas llenos
de sangre

acá estamos ahora

hay cuarenta miedos
ahora que todavía no somos
marineros
que todavía

hay cuarenta hay
camino
más allá
de la estela
del camino

ahora estamos acá
en los cuarenta
bramadores
rajando el mapa de
deseos ahora
de tormentas
ahora
que van llegando los vientos
francos al cuerpo libre
de navegar
que van llegando
al cielo de los ojos
al cielo de los ojos

lunes, 10 de marzo de 2008

de josé viñals, algo así como un amigo

Mujer de amor con mi apellido

En el nombre de raza jubilosa de la cebra (hembra y macho); en el nombre de torpe movimiento del elefante (macho y hembra); en el nombre soberano del tigre, dulce de la gacela, mortal de muerte negra de la cobra; en nombre de la fauna de la selva de ignoto instinto e ignorado destino.

En nombre de la estrella polar y de los círculos ártico y antártico; en nombre del lucero del alba y las constelaciones pitagóricas, serenas y acordadas; en el nombre de las mareas, del tifón gris, del maremoto terrible, de la luna, del cachorrillo de oso de los hielos.

En el nombre de la bellota negra, la cebolla contrita, los fundamentos del ajo y el aceite; en el nombre rizado del perejil; en nombre del maíz de espiga promisoria; en nombre de las varias dulzuras del ancho repertorio orquestal de los frutos de las cuatro estaciones; en nombre de los frutos extraños, el aguacate, la chirimoya, el mamey, la papaya y el mango, y otras carnes melífluas de los trópicos, así como de los almibarados y admirables, jugosos y salvajes frutos ecuatoriales.

En nombre de los vientos sagrados de bellísimo nombre: el aquilón, el bóreas, el austro, el cierzo, el siroco, el pampero, la brisa que soplaba en las lecturas de Paolo y Francesca, la que ondulaba las cortinas del cielo de Buda y la Gioconda.

En nombre de las aves de ornato, aves de ex-libris, ceremoniales, de atrevido diseño, el pavo real, la cigüeña, la garza, la lechuza, el pelícano, la cacatúa, el loro, el papagayo, el halcón y hasta inclusive el cisne de las mitologías.

En nombre de las partes pudendas, el pene enhiesto, la vagina fragante, los testículos en su zurrón de cuero deleznable, y aún la geografía de la erogenia y sus osados huecos y promontorios. En nombre de la cópula sagrada y de la suave lengua y sus designios sorpresivos.

En nombre del nacimiento, la muerte y la resurrección de los lobeznos humanos, y de los dioses de perfil podrido.

En nombre de las guerras, pestes y otros desastres naturales o del laboratorio de la muerte sin nombre.
En Tu nombre.

En tu nombre, Mujer de sílabas silentes. Hembra, Mujer, Esposa, Hermana putativa e incestuosa, Madre de los secretos de mi sangre y de la sangre de mi sangre, Cómplice de ignominia y dolor, y Camarada del desvelo y hembra de carne y hueso de mis urgentes escozores.

En Tu nombre, como creyente de Tu nombre sin tretas, Novia perfecta, inacabable, me pongo de rodillas.


Invitación al baile

(de Animales, amores, parajes y blasfemias,
7 i mig, Valencia, 1998.)

No a la locura. No a las soledades. No al huesecito del carámbano, a la semilla de la harina, al átomo de polen. No a la gran carcajada del tamaño del mundo. No digo el mundo como tal, digo las dimensiones del mundo que cabe en mi bolsillo.
No y no a la muerte, a la prolija herida por la que se desangra sin escándalo, organizadamente, gota a gota, la vida de la vida.
No a tu culo de mono, a tu rosado culo de mono ecuatorial, que desordena mis papeles y reseca mi pluma. Y no a la parpadeante risa del infinito abismo de tu vagina autoritaria.
No y no a tus celos inconmensurables. No y no a tu labio chupador, atu teta romántica. Me cago en el alféizar de tu ventana, ésa que da a occidente, es decir, al poniente. Meo en tu bacinilla decorada. Caigo de bruces en el discreto pliegue del vértice negruzco de tus muslos morenos.
Así ando con el sexo, bajo la tiranía obedientísima de mis cansados genitales. Me moriré besándote en la boca. Me comeré tu risa como antes me he comido tu madura tristeza.
No tengo límites. Límites no tienes. ¿Vamos a asesinarnos?

miércoles, 20 de febrero de 2008

luna tremenda (dos)


se eclipsa el sexo en la terraza
los cactus paren
otra vez, otra luna,
pero ésta se eclipsa
se ofusca en su brillo
es el tiempo de la penumbra
llena en la terraza
en la terraza roja como la luna
del eclipse

lloran los anillos
de saturno
el rojo de la luna
llora el viento en los motores

se eclipsa el viento en la terraza
es tiempo de penumbra
llena