viernes, 15 de mayo de 2009



mi hija lloró por su mochila, con todo lo que ha dibujado, escrito y compuesto este año

yo por un cuaderno con tapas de madera y lomo de cuero y hojas de papel madera

de un lado había un relato que mora y yo veníamos escribiendo desde hacía años, una página cada uno

hablaba de un barco abandonado en el mar, derivando con las velas al viento y nadie, absolutamente nadie a bordo...

del otro, en esas hojas marrones, con mi letra absurda, unas ochenta páginas de una novela o de un plan de novela o de un diario de novela que hablaba (porque ya no habla, porque ahora no hablará, porque se ha perdido en el mar de los días) de un barco anclado en el puerto de un pueblo que se inundó, se hundió, se sumergió en la sal líquida de una mar pequeña y voraz

una novela que (me) venía demorando: hablaba de un barco en un mar que no es un mar, anclado en la costa, con las velas arriadas; al timón un tipo, cansado, pero no vencido / anestesiado, pero no dormido / enamorado del arbol caído

también, todos los manuscritos del disco-libro que estoy haciendo con jenny: los bocetos de los poemas, las maquetas de las canciones, los discos con las fotos, los papeles de jenny sobre los que escribía las letras, mis hojitas en las que ella metía las melodías...

no hay copia de nada, claro
no hay copia
de nada

no hay copia, porque todo eso, la fuego y la mochila y la novela y las canciones y el caracol que viajaba siempre conmigo y las llaves del ojalá y los discos que me hacían doler y mi buzo verde y el cuaderno, eso, todo eso, es el pasado

5 comentarios:

Unknown dijo...

Más allá o más acá de los papeles que el fuego se llevó, más allá o más acá del fuego mismo, estás vos, y está la memoria. Quizás todo eso, todo lo que pasa, sea la nafta que inicie otro fuego. F.

El Autor dijo...

Siento que era su destino, su última aventura, no fué sola, los discos, las fotos, una mochila y un cuaderno se habrán burlado del desconocido. Y ese caracol seguro pasó de susurrar como el mar a gritar como tormenta alertado que al timón no estaba su compañero, su capitán. Sigo creyendo amigo, era su destino.

gastón sironi dijo...

oiga "el autor", tal vez tenga razón, me gusta pensar en unas letras y unas músicas burlándose del usurpador, imaginar ese caracol metiendo arena en los engranajes

Anónimo dijo...

Muy buen texto, felicitaciones.

Saludos desde Neuquén, llegué acá por recomendación de Victor Garay

merlina dijo...

Realmente sintiendo, como un cachetazo de viento de recién salido de calle de invierno pega, el saber, que todos los días, TODOS LOS DIAS se vuelve a recomenzar. Es eso.