lunes, 2 de marzo de 2009

elle


(escrito con mar)

1
iza el pantalón por esos mástiles
tensos
elle, ella
alta en el cielo un águila guerrera

¿elle, ella?
el narrador no lo recuerda
en este momento, por ejemplo, vuelve a sentir
la lluvia áspera frotando el metal del techo
la fricción que azuza el calor oscuro
del verano

recuerda una caricia sobria y definitiva
una respuesta inútil, una pregunta
para ya no volver

después, derretidas en el fuego, se montan
las imágenes, se funden unas sobre otras
unos pantalones lentos, un pubis, los ojos
atados al dibujo abdominal

ya tiene, casi tiene, los rasgos, los indicios
que la identificarían, y al pasar
del pubis a un lunar, a la marca extranjera de su voz
todo cae
el eslabón perdido entre las yemas y las teclas
el mar de los mensajes, y un nombre que no llega
elle, ella


2
elle, sin nombre todavía, escribe:
y yo con estas olas que has desatado
apenas sé qué hacer con tanto líquido

tanto líquido, piensa el narrador
le arden las escamas
contesta: mis vientos soplan hacia el norte de tus dedos
y también: apenas sé es ya saber

elle es el nombre
ella, piensa el narrador


3
¿qué quiere decir
elle? elle quiere decirlo todo pero es sólo un nombre
se le traban las letras en esas cuatro notas

llevame otra vez a la punta de tus dedos
a la humedad
dice elle, ahora que tiene un nombre

y sin embargo elle
¿quién es
ella?


4
el narrador acelera, anuncia, habla con las manos de escribir:
voy a llevarte al cielo de mi boca, vas a llevarme a la luna
de tu espalda

hay unos días de calma
el tiempo todo calma
hasta que ella urge: ¿habrá más?

habrá
y eso que parece un futuro cierto y lejano es
mañana, esta noche, ahora

dice ella
o elle: no puedo
más

el narrador responde con algún hallazgo urgente y
sale hacia allá, hacia elle, aunque la novela se demore

al volver encontrará el mensaje nuevo:
quedó encallado tu velero y
ese librito naranja que dejaste como si fuera tuyo: caminás
como quien no se aleja de la puerta de casa

así no escribe ella
así no escribe elle


5
el narrador pregunta, otra vez, si puede llamar
llama elle
el hombre que hay en el narrador se enciende, se mueve, escribe
con los dedos del deseo

no saben si entregarse al fuego de la tarde
el narrador piensa que debería hacer una canción con esa frase
ella también

la tarde se contrae, ella y él y una cama que navega
a cincuenta metros sobre el nivel de la ciudad

después bajan, no tocarán el asfalto por unas horas
una película francesa, la despedida
el narrador deja la cita: el mejor lugar del mundo es aquí y
ahora


6
elle, en un borneo de los vientos: difícil decir no cuando es sí

fiebre de los días, invierno
de la fiebre

llora elle en los mensajes: un cambio de líquidos, que también son parte
del presente
lágrimas más agrias, vapor, sudor
nubes
sal
que fluyan, eso hacen los líquidos

el narrador se apura, no sabe de otros modos: en mis pulmones no fluyen
no respiro, arrebato aire con las manos, como un náufrago
mi cuerpo estalla arde pierde
viento por la herida
de las velas
hace del agua mocos y tumores
¿cómo cambiamos sol por sal?

silencio
hasta que ella
o elle:
¿hay un poco de sal para estos labios?


7
en un mar breve, ella
o elle:
ya me tocaron tus ojos
corre mi sangre más roja si te tengo
en la boca
lo digo soplando un deseo, claro

y el narrador: tu soplo es un deseo claro
hurgo chocolate con la lengua
acá está lleno de olas

elle escribe: soy chocolate, quiero esas olas
soy esas
olas


8
ella escribe más:
pago, como un conjuro, todo lo vencido, como si así el pasado
se disipara un poco más
él: ¿habrá un paraíso para nosotros?
ella, a todo por el todo: ¿habrá? será más un tiempo
que un lugar, cuerpo adentro eclipse
adentro
como el infierno, claro
él: el infierno claro de la duda
y: que se disipe, mar adentro
ella: ojalá no tengamos menos que eso
él: veamos cuánto mar merezco y cuánto viento querrás,


9
el narrador dejó esa coma
navegando en la cresta unas semanas
dinastía de mariposas

elle, o ella: sabía que no iba a poder quedarme mucho
igual estamos acá
yo y mis ganas de tu auto y la ruta y unas canciones
que hablen por los dos, un rato así y
quizá no mucho más que tu risa de perfil

ahora se sentía más aérea menos grávida de ayer y
de mañana
había un peso, sí
el peso del deseo
¿sesenta gramos?

ella: otra conclusión se escapa por la rendija
odio este momento de certeza ficticia, de frases
finales y remates ridículos
odio escuchar todo el día esa canción
odio perder la fe y
sentirme en tus manos, aunque no puedan tomarme
o no sepan
o no quieran
odio saber dónde termina

él: ¿dónde, cómo?

ella, elle: cuando ya no hace decir
no digo con el silencio, ni con la música
digo: cuando ya no hace decir


publicado en revista diccionario 5
www.revistadiccionario.com
córdoba, diciembre de 2008

1 comentario:

pai dijo...

felicidades por la publicacion, diccionario es una linda revista/libro/loquesea